NUESTRA HISTORIA

AUBOCASSA

Albocàsser es un magnífico paradigma de possessió mallorquina, donde historia, patrimonio y explotación agropecuaria se combinan de manera ejemplar.

El origen de la finca arranca durante el dominio andalusí de la isla (902-1229 d.C.), de donde recibió su denominación actual. El topónimo albocàsser procede de la palabra Albu-Kasi, que significa “padre de Kasí”. Después de la conquista catalano-aragonesa formó parte de la porción que tocó al Conde del Rossellón, Nunó Sanç.

A partir de entonces, estuvo vinculada a varios propietarios, entre los que destacó la familia manacorense Andreu, que la tuvo entre los siglos XV i XVI. Eren propietarios también en el muncipio de las possessions Son Pere Andreu, Son Jaume Andreu, Son Perot Andreu, Es Pou Nou, Es Bessons, L’Hort dels Magallons, Alqueria Diana, etc.

De pertenecer a esta estirpe local, pasó —como muchas otras possessions mallorquinas— a formar parte del patrimonio de la alta nobleza de la capital, primero de los Despuig y más tarde de los Verí. A los primeros se debe la capilla renacentista que se yergue ante la casa, uno de los oratorios rurales más interesantes de la isla. Además de la ornamentación característica de esta época, podemos contemplar el escudo heráldico de los Despuig.

Mientras perteneció a los Verí, la finca alcanzó las más altas cotas de explotación agropecuaria, donde destacaba sobre todo la producción de vino. En esta época, Albocàsser también comprendía las possessions vecinas de Son Joan Jaume, Son Ameret y Son Gener. En 1818 la finca fue valorada en 14.590 libras y en 1865 tenía una superficie de unas 850 cuarteradas (604 hectáreas).

A PRINCIPIOS DEL SIGLO XX EN MALLORCA, LA FAMILIA FUSTER PUIGDORFILA Y, MÁS TARDE, EL FINANCIERO JOAN MARCH ORDINES, LA DIVIDIERON EN DIFERENTES PROPIEDADES.

Fueron sus arrendatarios –los Oliver, naturales de Sant Joan- quienes la adquirieron más tarde, convirtiéndose en sus propietarios durante buena parte del siglo pasado. De esta familia destacó el literato Joan Oliver, quien firmaba sus obras como “Joan d’Albocàsser”.

La documentación histórica nos demuestra que la posesión se explotó de manera intensa y planificada desde sus orígenes: ganadería bovina y ovina, huerta para el autoconsumo, extensas sementeras para los cereales y finalmente una rentable viña, de la que se producía vino en la misma casa. A ella acudían numerosos grupos de payeses de la zona (no solo de Manacor, sino también de Felanitx) para cultivarla y explotar sus recursos.

Además, la possessió conserva arquitectónicamente todos los vestigios de su dilatada historia: restos medievales, una capilla renacentista (una de las más destacadas de la ruralía mallorquina y de la que se tiene constancia de su existencia del siglo XIV), una espectacular bodega, amplias estancias agropecuarias, etc.

Albocàsser es, al fin y al cabo, un magnífico ejemplo de la historia rural de Mallorca con una gran proyección de futuro.